El trabajo de organización: Métodos y tácticas

  1. ¿Quién hará el trabajo organizativo?
    a. el organizador profesional (fuera o de dentro de la empresa).
    b. el sindicalista activo (en tiempo parcial, voluntario).
    c. el delegado sindical departamental o taller (donde ya hay sindicato).
    d. la comisión de organización o de reclutamiento.
    e. el comité ejecutivo.
    f. los otros afiliados.
  1. ¿A quién debemos tratar de afiliar? A todo el mundo, pero especialmente a los dirigentes innatos, a los hombres respetados por sus compañeros y a los trabajadores claves.
  2. Conocer a quien se trata de reclutar. El archivo de reclutamiento debe estar compuesto de listas, o aún mejor de pequeñas tarjetas, cada persona, con domicilio, edad, antigüedad en el trabajo, trabajos previos, educación, salario, actitud hacia el sindicato, relación con la empresa, participación en otras luchas sindicales que tuvieron éxito o que fracasaron, parientes o amigos sindicalistas o patronales.
  3. Donde buscar el contacto. El contacto individual de persona a persona es lo que más rinde, y los dos lugares más frecuentemente escogidos para ello son, el centro de trabajo y el domicilio del trabajador. Muchas veces las conversaciones que convencen a alguien se desenvuelven en el trabajo mismo (pero en esto se necesita mucho cuidado y tacto, para no dar oportunidad a represalias patronales). Organizadores sindicales han aprovechado con éxito discusiones empezadas en los vestidores de la empresa, en el comedor, en lugares para fumar o lavarse y, por supuesto, a la salida del trabajo. En cuanto a visitas a domicilio, se planean cuidadosamente, con listas o archivos estudiados de antemano por el organizador o los miembros de la comisión de reclutamiento (anotando las observaciones que puedan ser útiles para el futuro). Otros lugares utilizados son: los medios de transporte al ir o regresar del trabajo, el mercado, los locales sociales frecuentados por los trabajadores de la empresa (cafés, billares, campos deportivos, iglesias, lugares de campo, bailes, etc.) A veces se organiza un baile o día de campo, otras veces una discusión discreta en la casa de un amigo.
  4. Medios de contacto usados. Para completar (pues no se pueden sustituir) la conversación directa, la propaganda oral incluye programas de radio, el uso de altoparlantes o bocinas y discursos en reuniones formales o hasta charlas informales en la plaza pública. La propaganda escrita incluye los llamados despachos a domicilio (por correo o a veces por mensajeros, que pueden ser los propios sindicalistas o quizá los hijos de ellos), volantes o periódicos sindicales (distribuidos en el centro de trabajo, a la salida, en las calles o mercados de los barrios obreros, en eventos deportivos y culturales), artículos en la prensa general, carteles, etc.
  5. La actividad del organizador. Esta puede influir mucho en su éxito o fracaso. Como hay situaciones en las que se necesita una mujer o un hombre tipo “generador de electricidad”, capaz de presionar tanto a los trabajadores como al patrón para aprovechar un momento estratégico, hay otras en las cuales es mucho más necesario un organizador calmado y paciente, capaz de trabajar en forma permanente, con la comprensión y tolerancia necesarias (hasta para discutir las ideas erróneas del trabajador que resiste al sindicato), quien aun si no domina cada discusión, termina por ganar compañeros y amigos. (Cuidado con la tendencia contraria -muy humana- de ganar la discusión y perder al afiliado). Junto con la energía (para impulsar a la acción a gentes vacilantes) y la paciencia (para volver y volver a ver a los reticentes, mientras se toma nota de los puntos poco a poco a establecer el contacto humano, desde los nombres de los niños hasta el interés común en el destino del equipo fútbol o del torneo); insistimos en la necesidad de que el organizador tenga una buena dosis del idealismo que solo puede fomentar el coraje y la tenacidad que urge para poder enfrentar los peligros, amenazas y sacrificios que han sido el precio de la fundación de la abrumadora mayoría de los sindicatos del mundo.
  6. Atención a grupos específicos de trabajadores (además de los grupos por departamento, oficios, secciones, etc.) por ejemplo, trabajadores de reciente ingreso o los muy jóvenes o las mujeres. Una estrategia válida y solidaria es tratar de ayudar al nuevo trabajador a orientarse en el trabajo y hasta en sus problemas personales, para que se sienta rápidamente parte de la colectividad. Algunos organizadores se dan cuenta de la importancia de interesar a los jóvenes y mujeres en el programa del sindicato, ocupándose también de lo que les interesa, tanto en la formulación de las reivindicaciones como en la preparación de actividades especiales dirigidas a estos grupos.
  7. Tomando en cuenta la actitud de la empresa, de las autoridades locales, de la comunidad y del nivel de madurez de los propios trabajadores, hay que decidir si vale la pena hacer la campaña con mucha publicidad. Si el patrón tiene el respaldo de las autoridades y gran capacidad represiva, es más prudente empezar silenciosamente, hasta que se tenga un buen número de adhesiones, igual o mayor al requerido legalmente. Como a veces, el enemigo más terrible dentro de nuestras filas es el miedo, es menester fortalecer continuamente LA voluntad, el espíritu de combatividad y lucha para proteger su trabajo.
  8. Algunos factores que fortalecen la voluntad del trabajador son: la posibilidad de triunfar, el ejemplo de otros que han triunfado, ver ejemplos directos invitando a representantes, apoyo de personajes que respeta (desde él medico hasta el presidente de la república), solidaridad del movimiento sindical nacional e internacional, el pliego inicial de reivindicaciones sencillas pero hondamente sentidas, un interés amistoso en sus problemas en el lugar de trabajo y en la colectividad donde vive, y métodos de contacto sindical adecuados y continuos.
  9. Además de luchar por el reconocimiento del sindicato como portavoz de los trabajadores, también deben incluirse como parte de la demanda, mejoras de salarios, estabilidad de empleo y otras quejas o agravios que han motivado a los trabajadores a sindicalizarse.
  10. Una vez integrado un pequeño círculo de compañeros comprometidos, se necesitará involucrar a círculos más grandes de activistas locales. Una manera práctica es la constitución de comisiones. Esas comisiones por supuesto son provisionales hasta la constitución del sindicato mismo, pero lo esencial es que se pongan a operar de inmediato. Las comisiones más útiles es este momento son la de prensa y propaganda, la de relaciones y sobre todo la de reclutamiento, que funcionará tanto dentro de la empresa como a domicilio. Participar en una comisión dará a los nuevos afiliados el sentimiento de que el sindicato es obra suya.

    Medios de contacto usados-. Para complementar la conversación directa, la propaganda oral incluye programas de radio, el uso de altoparlantes o bocinas y discursos en reuniones formales o hasta charlas informales en la plaza pública. La propaganda escrita incluye los llamados despachos a domicilio (por correo o a veces por mensajeros, que pueden ser los propios sindicalistas o quizá los hijos de ellos), volantes o periódicos sindicales distribuidos en el centro de trabajo, a la salida, en las calles o mercados de los barrios obreros, en eventos deportivos y culturales, artículos en la prensa general, carteles, etc.

    Atención a grupos específicos de trabajadores. – Aparte de grupos por departamento, oficios, etc., existen grupos naturales (amigos de mucho tiempo, familiares) que pueden constituir o bien una oportunidad o un obstáculo para la sindicalización. Por ello es menester ganar la confianza de esos grupos y la adhesión de los nuevos trabajadores. Tratemos de ayudar al nuevo trabajador a orientarse en el trabajo y hasta en sus problemas personales, para que se sienta rápidamente parte de la colectividad. Otros organizadores se dan cuenta de la importancia de interesar a los jóvenes y mujeres en el programa del sindicato, ocupándose también de lo que les interesa, tanto en la formulación de sus demandas como en la preparación de actividades especiales dirigidas a estos grupos.

    Campañas de afiliación o registro. – En ciertas ocasiones (dependiendo de la patronal, de los trabajadores y la colectividad) vale la pena hacer la campaña con mucha publicidad. En otras, el patrón tiene un respaldo ciego de las autoridades y una libertad de acción represiva, que es más prudente empezar silenciosamente, hasta que se tenga un buen número de adhesiones, igual o mayor al requerido legalmente.

    Factores que fortalecen la voluntad del trabajador: la posibilidad de triunfar, el ejemplo de otros que han triunfado (si se puede, invitar a representantes de movimientos exitosos), el apoyo de otros personajes que respeta (desde el médico, el maestro o el párroco), la solidaridad del movimiento sindical nacional e internacional, un pliego inicial de reivindicaciones sencillas, expresando sus aspiraciones inmediatas y hondamente sentidas, un interés amistoso en sus problemas en el lugar de trabajo y en la colectividad donde vive, y métodos de contacto sindical adecuados y continuos.

    También mejora la voluntad de participar en una lucha, si los trabajadores identifican entre las demandas, además del reconocimiento de la organización, mejoras de salarios, estabilidad de empleo y otras prestaciones. Algunos organizadores ponen en primer lugar las quejas o agravios que han impulsado la decisión de los trabajadores a sindicalizarse.

    Sistematizar el trabajo organizativo.- Tan pronto hay un buen comienzo de organización en la empresa, es importante involucrar a círculos más grandes de activistas locales. Cierto tipo de discusiones se podrán hacer en grupos más grandes, e incluso, se puede empezar a trabajar con familiares de los afiliados.

    Otra manera de dar firmeza a las acciones es inculcar a los trabajadores la certeza de que el sindicato es obra suya, mediante la constitución de comisiones. Esas comisiones por supuesto
    son provisionales hasta la constitución del sindicato mismo, pero lo esencial es que se pongan a operar de inmediato. Entre las comisiones particularmente útiles en este punto están aquellas de prensa y propaganda, de relaciones con personalidades y organizaciones y, sobre todo, la de reclutamiento. Esta última tiene a menudo dos subcomisiones: dentro de la empresa, y a domicilio.

    Observaciones finales.- El organizador juega un papel determinante en el desarrollo de un sindicato, en buena parte de su labor depende el adecuado funcionamiento organizativo.

    El organizador cumple ciertas responsabilidades y, al actuar ante un colectivo, sus decisiones son guías que van a incidir en las proyecciones del sindicato.

    El único medio reconocido jurídicamente para defender los derechos de los trabajadores es el sindicato, por ello el organizador sabrá cómo contactar y convencer a los trabajadores de la importancia y los beneficios del sindicato. Este es el punto de partida de la labor de organización.

    El organizador realiza su labor en un sindicato, al nivel que éste se encuentre, no en el que quisiera que estuviera. Las ideas que exprese a los y las trabajadoras deberán ser sencillas y comprensibles y tener aplicación práctica. Además, debe informarse de los problemas que afectan al sindicalismo, lo cual ayuda a que el movimiento no caiga en vicios y a que el nuevo sindicato sea más eficiente.

    El organizador tiene responsabilidades y tareas definidas que cumplir. Sus decisiones son guías para la proyección del sindicato, esto lo debe tener muy claro, para que su trabajo resulte efectivo. En los planes que el organizador y el grupo promotor decidan realizar, se tomarán en cuenta los métodos de lucha previamente estimados. El organizador estará atento para analizar y evaluar sus actividades, así como para asimilar las enseñanzas que se deriven de ellas. En esta tarea, debe aprender a contactar a los trabajadores y hacerles comprender el significado y los beneficios del sindicato, como punto fundamental en la preparación de una campaña de organización.

    La organización de un sindicato es un proceso que se desarrolla en etapas. Primero, es necesario que en el centro de trabajo se perciba la falta de él, sea para agrupar a las y los trabajadores y darles seguridad mediante la celebración de un contrato colectivo de trabajo; sea para hacer respetar sus derechos frente a la patronal; o bien para el mejoramiento económico que persiguen los sindicatos.

El organizador sindical debe despertar entre los trabajadores el deseo de cooperación para conseguir mejoras laborales, todos unidos en una organización que persiga fines comunes, que unifique sus aspiraciones y las lleve a la práctica.

Proyecto de Acción por los Derechos de las y los Trabajadores

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